PENSIONES II


Lentamente las pensiones hoy van desapareciendo y aparecen otras modalidades como compartir departamento entre estudiantes o bien alguna casa o departamento que alquila una habitación para menguar así los gastos. Suele ser más decoroso que las pensiones pero tiene la contra que comparte casi todo con los propietarios. Fui asiduo de esta modalidad cuando logré salir de las pensiones tradicionales. Recuerdo una en especial, se llamaba Edda, era pequeñita, soltera y eléctrica. Tenía pasión por el naturismo, por lo que cuando me enfermaba pasaba a ser una especie de cobayo en el que ella aplicaba todas sus teorías y sabiduría. Así, dos por tres me llenaba los ojos de jugo de limón o me daba ¡jugo de cebolla! con miel para combatir el catarro y otras pócimas más que prefiero no acordarme; ah, tampoco nunca pude digerir por completo sus bien amadas milanesas de soja.
Pero volvamos a las pensiones y su contacto con la literatura. Cuando planeé estas columnas una de las primeras pensiones que vino a mi mente es aquella que está en esa novela inolvidable llamada “Rosaura a las diez” del poco valorado Marco Denevi.
En la pensión de doña Milagros Ramoneda, llamada “La madrileña”, en la calle Rioja del barrio de Once ancla gran parte de la historia de Camilo Canegato y Rosaura. El monólogo de la dueña de la pensión muestra la viva imagen de una típica casa de dos patios (de las muchas construidas a comienzos del siglo en el viejo Buenos Aires) y caracteriza a cada uno de los personajes en forma magistral. Por ejemplo algunos detalles de una de las chusmas más célebres de la literatura argentina, la señorita Eufrasia Morales, quien en las ventanas de su pieza no tiene cortinas sino papel inglés con estratégicos agujeritos por los que espía todos los movimientos de los pensionistas.
Aquí te dejo algunas de las reglas que doña Milagros le pone a Camilo para alquilarle una habitación: Ochenta pesos al mes. Pago adelantado. La pensión comprende desayuno, almuerzo y cena. El almuerzo se sirve a las doce y media y la cena a las nueve. En punto. El que no está a esa hora, pues no come. El uso del baño es común. Está prohibido tener luz encendida en los cuartos después de las once de la noche. También está prohibido tener radio, fonógrafo y animales. Yo tengo un gato, pero ése no es un animal, como usted tendrá ocasión de comprobarlo. El lavado y planchado de la ropa puede dármelos a mí, si quiere, por un pequeño precio extra. Lo mismo las bebidas. Pero esto de las bebidas lo digo por pura fórmula, ya que a mis huéspedes no les permito beber sino agua, que como dicen, ni enferma ni adeuda”.
El adolescente Nenè y sus amigos de correrías
sueñan que en algún momento de sus vidas podrán acceder los infranqueables muros de “La pensión Eva” que le da el título a esta novela sentimental y de iniciación de Andrea Camilleri. Y ya que estamos con un autor del género policial, creo que ha sido la novela negra la que ha pintado las pensiones, los hospedajes decadentes de sus personajes sórdidos.
Quisiera cerrar este ciclo de las pensiones con el testimonio de un lector de estas columnas. Te aviso que citaré de memoria ya que he perdido el correo que me envió pero en lo esencial (con ortografía corregida) decía más o menos así: “El otro día encontré en la biblioteca el diario y leí lo que escribió usted sobre la lectura. Tiene razón, a mí me pasa lo mismo, cuando leo  me creo que soy ese personaje y me imagino cómo serán esas ciudades que no conozco pero que ando por ellas. Es hermoso leer, por eso ahora que estoy desocupado aprovecho mucho para leer y también para estudiar computación, los muchachos del instituto me abrieron este correo y yo aprovecho ahora para escribirle. Me cuesta escribir, sabe, porque tengo los dedos muy grandes y duros. Soy albañil y las manos no me dan para esto, me llegan a doler cuando escribo mucho rato. ¿Sabe lo que hice? El otro día me compré un teclado de computadora y cuando estoy en la pensión practico. Sabe que la dueña de la pensión quiere saber qué es ese ruido, porque cree que es algo eléctrico y que voy a gastar mucha corriente…”


Comentarios

Entradas populares